Cuenta la leyenda, que Apolo, orgulloso por haber dado muerte a la serpiente de cien cabezas, osó desafiar a Cupido. Este, para castigar tal osadía, cogió dos flechas de su aljaba. Una tenía la punta de oro e infundía amor; la otra era de plomo e inspiraba desdén. Cupido dirigió la primera hacia Apolo, y disparó la segunda a Dafne, hija del río Peneo y de la Tierra. Una violenta pasión por la hermosa ninfa se apoderó entonces de Apolo. Sin embargo ella, herida por la flecha del desprecio, huyó rápidamente tratando de esconderse. Apolo corrió en busca de Dafne, pero ésta, al verse perdida, solicitó la ayuda de su padre. Tan pronto como cesaron sus gritos de socorro, una corteza suave le encerró el pecho, sus cabellos se transformaron en hojas verdes, los brazos en ramas, los pies se fijaron en el suelo y la ninfa quedó transformada en laurel. “Si no puedes ser mi amante”, juró el dios, “me serás consagrada eternamente. Tus hojas serán siempre verdes y con ellas me coronaré”.
) ), le dije, vamonos, y le lleve a un sitio cerca de mi domicilio, tan cerca que aparcamos en el garaje de mi casa… se trata de un restaurante italiano, ambos pedimos nuestra comida y yo pedí una botella de Lambrusco, no dejé de rellenarle la copa mientras cenábamos y hablabamos de temas banales, hasta que le pregunté "¿tienes novia?" el puso cara de sorprendido y me dijo que acababa de dejarlo con ella hacía un mes, que llevaban desde el colegio juntos y que no había salido bien la cosa. Entonces, el me preguntó si yo tenía pareja, le dije que no, que con mi ritmo de trabajo era imposible mantener una relación, que habia tenido muchos novios pero nada serio, a él pareció agradarle. Terminamos la cena (y el vino) y le invité a subir a casa a tomar una copa, él no dudo y dijo que si (yo creo que ya estaba cachondo). Tan pronto llegamos a mi piso, abrí la puerta y le dije “pasa” al salón, él entró y vió que en la mesa había un consolador (mi preferido), se quedó blanco, le dije “perdona, ya te dije que vivo sola”… él me dijo “con lo guapa que eres no se cómo necesitas eso”, me reí y me acerqué a él y le dije al oido “¿Quieres ver cómo funciona?” el se puso rojo “eh, si, bueno, no se…”, le dije "no seas tímido, sientate ahí y espera".
